Nuestro mejor alimento - Ligia Aguilar |
Soy profesora de corazón. Me decidí muy joven a estudiar magisterio, sin plena conciencia de lo que significaba en términos profesionales y humanos, pero sí de que era lo que quería hacer en mi futuro. Atiné. Lo sé muy bien ahora en mi adultez. Sin embargo, aquella jovencita que decidió su camino a los 15 años, nunca imaginó los altos y bajos que implica ser maestra en un país como Honduras. De verdad se los digo. En mi línea de trabajo, he podido visitar escuelas a lo ancho y largo de este generoso país, desde centros de educación prebásica hasta de educación media. He conversado con docentes, madres y padres de familia, líderes comunitarios y niñez de diferentes latitudes; y si de algo estoy convencida, es de que: |
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