Definitivamente, mucho de nosotros tienen esos personajes marginales y condenados por una sal que viene de lejos, pero que aman, fraternizan y joden como si la fatalidad no existiera. Irreverentes y corrosivos, el lenguaje es su única y mejor arma.
En estos personajes, construidos con un lenguaje sencillo, intenso y preciso, donde cada palabra es oportuna, es fácil percibir el retrato de un país sin derrotero que, pese a todo, pudo haber llegado más lejos.
Historias de todos los días, contadas o protagonizadas por seres marginales: homosexuales, prostitutas, estudiantes desorientados, matones a sueldo, declamadores de pueblo, políticos demagogos, indígenas envilecidos, ingenuos sacerdotes rurales, barberos silenciosos, profesores abandonados y fracasados…
Primera obra narrativa escrita y publicada en este país. Se desarrolla en el medio rural y en los inicios de la comunidad citadina del siglo XIX, adquieren importancia para estudiosos y amantes de la literatura, ya que marca un punto de partida, una base histórica innegable.
Piezas magistrales que revelan un dominio absoluto de la naturaleza humana; con ellas, el autor lleva a sus lectores a identificarse y reflexionar sobre las conductas de los seres humanos como la envidia, la prepotencia, el egoísmo, la sabiduría, la templanza, etcétera.
Panorama que permite apreciar la paulatina conformación de nuestra cuentística, cuyo nivel actual es comparable al de la más representativa narrativa del continente; pese a las enormes condiciones de atraso que, en otros campos, padece el país.
La obra de las doce escritoras seleccionadas demuestra cómo, muchas de ellas, se adelantaron a sus contemporáneos varones en la utilización de nuevas técnicas narrativas formales, surgiendo así como precursoras de la literatura nacional.
Aborda los temas que, por siempre, han retado a la humanidad en su tránsito por la vida. El amor, la sensualidad, la lucha por la sobrevivencia, pero sobre todo la muerte, tienen un enorme peso sobre los personajes que aquí habitan.
Novela alucinante, rítmica y envolvente que, por los caminos de la ficción y haciendo acopio de los mejores recursos literarios, recrea hechos realmente acontecidos en algún lugar de Honduras.
Una española, natural de Sevilla, y residente cerca del actual Puerto Cortés, fue secuestrada por el cacique Cicumba, dueño y señor del Valle de Sula. En la breve mención del hecho que hace don Antonio de Herrera y Tordesillas, se basa esta audaz ficción.
Estas veintitrés narraciones, sucedidas y recreadas en el central departamento de La Paz, aunque podrían ubicarse en cualquier otro lugar de Honduras, nos dan cuenta de un siglo que muere transido por el autoritarismo, las ambiciones y las falsas creencias, pero también por el sempiterno amor.
Acto de justicia y reconocimiento a todos aquellos «perreros» de nuestro pueblo que, fieles a la tradición oral, han sabido mantener viva la llama de la imaginación y la fantasía de generaciones de hondureños.